Blog por la Liberación Animal

Activismos: teoría y práctica

Me obligaron a ser vegana

Hace casi un año que me vi prácticamente obligada a hacerme vegana.

Sí, obligada…

Obligada por mis propios principios, por mis ideas, por mis sentimientos, por todo lo que leía sobre religión, sobre política, etc. Imagino que ningún vegano o vegana te habrá dicho esto antes pero sí, en el fondo hay una parte de mí que a veces se arrepiente, una parte que hubiera deseado no despertar a toda esa realidad.
Una parte que hubiera deseado mantenerse en es ese estado de conformismo, de pasividad
, y poder sentarme día tras día frente a mi café con leche y mi sándwich de queso imaginando que la vida era tan hermosa y sencilla como nos hacían creer en los anuncios de televisión. Ponerme una venda en los ojos y olvidar todo lo que había visto, y escuchado, autoconvencerme de ese “pero es que la vida es así” o de esos argumentos de que la naturaleza del ser humano es comer carne, lo de los colmillos y lo de la superioridad basada en la razón, etc., pero ya nada de eso se sostenía, me fue imposible seguir engañándome por más tiempo.

O me pasaba al veganismo o mi vida se convertía en una broma; una incoherencia total llena de mentiras que ni yo misma me podía creer, y la verdad ya estoy muy mayor para eso.

Cuestionando [mis] actitudes incongruentes

Me veía a mí misma participando en manifestaciones en pro de la justicia social y del respeto a los derechos de la ciudadanía, rescatando perros/as abandonadas en las calles, redescubriendo mis orígenes, tratando de ser consciente de cuán valiosas eran las enseñanzas que las antiguas civilizaciones nos dejaron, comprendiendo que para ellos la naturaleza era un todo al que le debíamos respeto… y sin embargo, ahí estaba yo día tras día alimentando esa máquina de consumo que se basaba en la explotación de mi gente, de nuestros recursos y de individuos pertenecientes a otras especies a quien a alguien un día se le ocurrió que eran inferiores.

Seres conscientes, que eran producidos exclusivamente para ser asesinados, que, en su vida de encierro y agonía, jamás conocerían los que era pertenecer a una familia, sentir una caricia, sentir el calor del sol a sus espaldas, o el sabor del agua fresca de los ríos, seres que tratábamos como medios para otros fines, seres con los que en vez de alimentarnos o nutrirnos, nos enfermábamos e intoxicábamos y destruíamos la naturaleza.

«Haciendo la Conexión»

Entendí que, si justificaba tan solo un tipo de opresión o injusticia en mi forma de entender la vida, de algún modo las estaba justificándolas todas. Todo estaba conectado, si yo me creía con el derecho de hacer daño a otra persona, entonces otra persona podría asignarse ese derecho sobre mí o los demás, si yo me sentía en posición de juzgar a otro individuo por su especie, origen étnico, sexo o religión, entonces estaba justificando que otras personas hicieran los mismo cuando consideraran que sus creencias o costumbres estaban justificadas. Cómo podría entonces, siquiera pretender reclamar justicia cuando yo misma me tomaba esa licencia sobre otros seres.

Tomé la decisión de hacerme vegana porque era la única opción posible para mí en cuanto a mi relación con los seres vivos sintientes de este planeta, y NO, no puedo decir que ser vegano sea la panacea y que con eso se vayan a resolver todos los  problemas a los que como sociedad nos enfrentamos, pero sin duda es un paso más en esa dirección, sin duda uno de los más importantes que he dado hasta ahora como ser humana consciente y  que por lógica considero que no se puede obviar en la búsqueda del desarrollo personal y ¿por qué no?, espiritual.

 

Keith Chipana

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